miércoles, 14 de agosto de 2013

FUIMOS TODOS



Asco.
Asco me da todos los profetas que ya lo habían dicho.
Asco me dan todas esas perritas que chillan con la fórmula secreta para ganar.
Asco me dan todos los decidores y consignistas de perogrullo, malditos los maldigo, tan llenos de aire esos pulmones para resoplar con mirada fanfarrona el poder decir cómo harían las cosas si fueran presidentes, presidentas, gobernadores o al menos, dueños de sus vidas, al momento de decir el punto final con el café frío, todavía.

Asco me da ver el vómito de leche mamada de la teta pura de un Estado que siempre los abrazó y los convirtió en quienes eran, porque de otro modo, no hubieran sido más que señoras con ruleros, con una escoba en la mano, amontonando el polvillo y las hojas, dándole de comer al marido cuando vuelve de laburar y luego echándose un polvito misionero y si ella no acaba, no importa, total.

Asco.
Bronca no, asco.

Asco por verlos en fila enojados pidiéndole al técnico que ellos quieren patear primero, que ellos son los más machos maricas de este puto terreno y que son los mejores para pegarle al piso cuando, ellos suponen, ese cuerpo gigante llamado patria está tirado.
Asco me dan que lo interpreten acabado.

Asco me da la virtud del acomodaticio cómodo en las plumitas de su almohadita, esté esta sucia o no exista, asco me da mirarlos naufragar la razón de correrse, la inerte tibieza prostituta y tan prostituible, de ofrecer al mejor postor, siendo el mejor uno mismo, de saltar del barco a un botecito, siempre con el pertinente cuidado de saber que el botecito no se tiene que ir lejos, porque hay una soga que amarra a ese botecito y todos tenemos derecho a una foto con la Copa del Mundo.
No vaya a ser cosa que la cancha cambie.

Asco.
Asco me da ver a un candidato fresco e impecablemente afeitado, afectado y bailando, queriendo ser pueblo, atiborrado de pejotismo, esa preciosa infección que todos tenemos, alzando bebés discapacitados y besando las servilletas manchadas de glamoroso carmín noventero: glitter, luces, y good show.
Asco me da vernos a nosotros engordando el caldo de la victoria absoluta que no fue, levantando el dedito con un monóculo en el culo, un bigote de Cosme Fulanito y una mirada lejana a ver si viene o no el bondi que nos deposite por última vez en Finisterre.
Babeadores maniqueos que han perpetrado severos atentados contra las puertas de los camisados para ser atendidos y en el despecho de un sufrir, aseguran que saben cómo puta carajo se gobierna todo un país, siendo ellos la ley que anule la trampa, y así las cosas, la fiera más fiera, son ellos mismos y se contagian rabia en los pies que, oportunamente, cubrirán con el bálsamo de una media si hace frío.

Asco.
Asco siento por todos los analistas y los que hoy, como yo, analizan a los analistas: todas comentaristas, panelistas, consejeros, asesores, sopladores, mentidores y amigos del campeón.
Asco me dan.
Asco de verlos apagarse los puchos que nos hemos fumado, en el pecho, frío, congelado, amargo, triste, y asco me da escucharlos decir que no, que ya no van a fumar más.
Asco me dan al verlos correr detrás de un futuro que negará a este presente, mañana pasado, que estamos forjando hace una década.
Asco.

Ojalá nadie se olvide quién es quién cuando las papas queman, porque aunque quemen, las sacamos del fuego y todos comeremos del mismo plato.

Los quiero ver perdiendo a todos juntos, cuando haya que perder, del mismo modo que ganamos todos, cuando supimos ganar.

Por ahora y para siempre.


6 comentarios:

Oscar dijo...

Excelente.Comparto tu asco.Amargos y pecho frío.Y estoy seguro que no hubiesen durado mucho, tampoco, en los cuarenta con el primer peronismo....

manu dijo...

con quién te estás peleando? fuera ese contexto no entiendo el texto.

Anónimo dijo...

No me puedo decidir qué me dá mpas risa todavía, si el derrape machista del segundo párrafo, la ridícula pretensión de que los kirchneristas son los únicos autorizados a llamarse "el pueblo", o la irónica acusación de maniqueísmo revoleada a los vientos, como si no hubiera sido Cristina y cía. quienes han propugnado la división entre "ellos o nosotros" en Argentina (todo junto, sin separar entre Argen y Tina).
Si fuera sádico, diría sin dudas que lo más risible es TODO este mamotreto de letras y signos, que no es más que una muestra más de cómo el adicto, anestesiado e impresentable núcleo de la militancia "K" sangra por la herida como un zorro entrampado. La diferencia entre ustedes y el zorro, sin embargo, es que tiene él la inteligencia de arrancar a mordiscos el miembro atrapado y huir sobre tres patas, mutilado pero libre. A ustedes no les va a dar la nafta ni para eso. Saludos.

Mauro Bogado - Neuquén, Argentina.

Anónimo dijo...

Y a mi me dan asco los militantes pagos, que defienden este modelo que roba a los trabajadores

Anónimo dijo...

Si tienen asco coman un pico dulce que los ayuda a sacarse el mal gusto.

claudio dijo...

Muy bueno, gracias loco un gran abrazo desde Zarate

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