viernes, 12 de octubre de 2012

LA CONSTRUCCIÓN AL PODER




Si hiciera una encuesta abierta preguntándole al montón, tirándole un centro combado a la faz de la tierra desde latinoamerica al universo, con una pregunta concreta y le dijera “Oiga, sabe usted, ¿A qué hora murió Perón?”, tendríamos un abominablemente corto porcentaje de personas que no tienen la menor idea de qué capricho marcaron las agujas del reloj en semejante y fa
tídico momento.
Y cada uno de los que responda, ¿Será más o menos peronista por saber esa hora? ¿Acaso si uno no lo sabe lo es menos y si en cambio, sí lo sabe, lo es más? Apostaría mi propio pecho a que cualquier CEO de algún monopolio periodístico maldito conoce esa hora, en detrimento del villero pueblo, que no lo conoce y piensa en otras cosas mientras avanza hacia el trabajo en el amanecer de la noche.

Es el joven un ser competente y competidor entre sus pares: está en su naturaleza. Y mucho muchacho y muchacha se asustan con el cejo preocupado, alejándose mientras buscan en sus celulares “inteligentes” alguna referencia a lo que le acaba de decir ese que va a la facultad, y lo chicaneó preguntándole un hecho histórico.
¿Fue Perón malo al final de su gran vida? ¿Roca es en verdad nuestro antepasado y no así los “indios”? ¿Si Sarmiento no hubiera planteado algunas cosas, seríamos hoy un país menos “europizado” más parecidos a Bolivia? ¿El Che fue menos patriota por no empezar su revolución desde Argentina hacia el Norte? ¿San Martín cruzó así o asá a Los Andes? ¿Quién ganaría una partida de chinchón, Pigna o Félix Luna?


Todas estas preguntas, podrían acercar al jaque mate a cualquier militante que empieza a dar sus primeros pasos, y siempre cada uno podría ampararse en su librito personal, su historia que mejor se cuenta y sus hechos considerados realidad efectiva, porque están impresos.
A dicho criterio, Vatayón sacó presos de las cárceles haciendo un agujero en la pared de cuanti penal se le ocurra recordar para actos kirchneristas y luego salieron a robar todos juntos y en familia, del mismo modo que La Cámpora fue a los jardines de infantes a pegarles en la punta de los dedos a los chicos de 3 a 6 años que no saben en qué momento de la Marcha Peronista hay que decir “Por esa Argentina grande”, ni cuántas veces se dice durante tan hermosa y cíclica canción.

Porque la prensa de hoy, es la historia de mañana.

Los “escribidores” del hoy, quizás omiten y omitimos que lo que estamos plasmando tiene reberverancias en la perpetuidad de los variados futuros, y que con lo único que no se jode, en esta momento de la historia que nos tocó participar, es con los hombres y las mujeres de nuestra nación, los conozcamos o no, en el día de hoy.

¿Es así, que vale más un hombre que recuerda la composición de la table periódica de elementos, que uno que arregla el cuerito de la canilla que no para de gotear? ¿Entiende más sobre el amor y sus detalles, una partera o una madre? ¿Late más fuerte el corazón de un marathonista o la de un fervoroso hincha de un equipo de fútbol aguantando en el paraavalancha cuando el delantero suplente entra y mete el gol que los salva a todos, hinchas y jugadores y técnicos y auspiciantes, de un descenso letal? ¿Es más peronista Perón o Néstor? 





¿Perón sabía que estaba haciendo kirchnerismo?

Muchas veces, la mensura de los actos de los hombres y las mujeres no tienen títulos ni nombres, ni tienen partidos, marcas, auspicios o canciones que recorten sus acciones en determinados sectores políticos, sociales o emocionales. Es así, que volviendo al viejo paradigma del Viejo, mucha gente es peronista y no sabe que aún lo es.
Del mismo modo que mucha gente no es peronista, y lo sabe, lo entiende, y esfuerza hasta el dedo más pequeño de su pie para hacerle la contra al peronismo, que es hacerle la contra al pueblo.

¿Puede una persona acercarse a la política sin banderías partidarias? Por supuesto. ¿Entiende esa persona a la política como una sucesión de acciones, de haceres que resisten, de hechos que inciden directamente sobre el resto, y comprende, por todos los cielos, los niños y el bienestar, que lo que se hace en política es construir? ¿Se anima alguien a decir “yo soy pueblo” tratando de vivir cada segundo de su vida como si su vida fuera la del otro, el que le viene con una determinada cuestión a resolver que esa misma persona no ha podido resolver? ¿Es la política, el único agente de cambio posible en una comunidad, sociedad o donde existen más de una persona? No responderé esto, puesto que estas preguntas esconden las respuestas, como las encuestas que se hacen para dirigir la respuesta a lo que uno, en este caso yo, el emisor, quiero que usted PIENSE.

Por esto: si usted compañero o compañera no conoce en profundidad los hechos históricos que acontecieron en este país, y mucho menos conoce los detalles puntuales de determinadas cosas que se han sucedido en la Guayana francesa, o quién es el intendente de Vladivostok, no se preocupe.

La injusticia debe ser nafta necesaria para empujarlo a participar.
Comprender a la construcción (a toda construcción) como algo sólo realizable desde abajo hacia arriba, debe ser lo que le amolde sus horas para saber en qué lugar pararse.
Saber que cuando se da algo, ese algo ya no se tiene más, y que ese algo, son horas, emociones, trabajos, cuerpo, mente, dolores, llantos, miserias, alegrías, chistes, besos, caricias, gritos, enojos, saltos, corridas, músculo como brazo y músculo como corazón herido, ladrillo, heladera, dinero, sudor, pasión, Perón, cultura, canción y cuento: el todo que se hace con las partes, regalando para siempre a la parte que hará al todo que nunca jamás se termina de construir.

Eso, y sólo eso, debe ser todo lo que a usted debe moverlo para militar.

El comprender que se pierde muchísimo al hacer, porque se hace con uno lo que corresponde a todos.
El descubrir con o sin asombro que dar no es sólo dar, sino que dar es participar, elaborar, y saber que cada acción militante se debe sostener en el tiempo hasta la victoria y hasta la derrota, aunque en política y más aún en el espectro nacional y popular, cada victoria no está completa nunca jamás, y cada derrota puede revertirse, con lo cual comenzar a militar, es nunca abandonar, y si se abandona, es nunca haber militado con los pulmones en la mano siendo apretados como enormes fueyes que marcan el camino de la justicia y hacia donde todos, irremediablemente, debemos avanzar.

Existen enemigos que lo rodearan de peros, de qué y de por qué y para qué.
Usted pude tener la respuesta en la mano y debe y puede contestarles, a todos los que le incitan a quedarse con las piernas cruzadas en su casa, que esa misma pregunta que le hacen, ese interés supuesto sobre lo que usted no debería o debería hacer, es parte de una militancia que nosotros no queremos, pero que guarda la misma razón intrínseca: la preocupación por el otro.
Esa persona que le dice a usted que no haga nada, se está preocupando.

Dígale que su preocupación es por el mundo entero.
O achiquelo a su parcela de la sociedad.
Es por este grupo de gente.
Es por estas dos personas.
Es por esta otra persona.
Es por el otro.

Militar es construir.
Y todas las personas buenas, militan, aunque lo hagan pasivamente o activamente.

Va llegando la hora, señora o señor, de que esa pasividad muerda las piernas de los malos, y le demuestre todo el tiempo, que usted no es alguien egoísta.
Que usted, hace las cosas porque entiende que si le va bien al de al lado, al de más allá le irá mejor.
Y vaya, dista mucho esta realidad de la realidad que se pretende imponer que tiene que ver con la economía y el bolsillo, aunque se toque en algún momento.

Tiene que ver con la igualdad. Tiene que ver con el amor. Tiene que ver con un grito de corazón.
Tiene que ver con un héroe colectivo, en el que todos somos los héroes de nuestra circunstancia: usted del de al lado, y el de al lado de usted y de otro más. Y así.
No tema.
Milite.
Hágalo en el nombre de los hombres y las mujeres.

El peronismo se encargará pertinentemente, de demostrarle su infalibilidad.

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